Muntaner, 100 (esquina València)
Tel. 93 451 55 55
Lucila dice:
Definitivamente, Out of China no estará entre mis restaurantes favoritos. Si bien es evidente el esfuerzo por escapar al típico restaurante chino con un diseño moderno y minimalista, no logra convencerme ni su cocina ni su ambiente. A la entrada, un extenso pasillo con un par de mesas desiertas nos conduce a un gran salón con una gran cantidad de mesas al mejor estilo comedor, decorado en tonos rojos y negros. Nada de figuritas chinas, ni de gatitos moviendo los brazos. Tampoco encontraremos palillos en las mesas. ¡¡Estos fueron reemplazados por tenedores y cuchillos!! La cocina no nos sorprende. Empanadillas al vapor, arroces tres, cuatro y cinco delicias. En definitiva, a la hora de escoger comer chino, preferiré hacerlo en el pequeño restaurante de la esquina, atendido por el simpático Sr. Chang y recargado de dragones y figuritas horteras, que por lo menos es honesto y no defrauda como este pretencioso Out of China.
Mi puntuación:
Andrés dice:
Un sábado al mediodía siempre es buen momento para probar un restaurante nuevo. Out of China trata de ser un chino distinto, moderno, desmarcándose de la típica decoración kitch de los restaurantes clónicos tipo "Gran Muralla", "Palacio de Pekín" o "Gran Dragón", y vistiéndose de diseño. Aún así, hay cosas que nunca cambian, y la chica que me atiende al hacer la reserva por teléfono tiene unos problemas terribles para entenderme (aunque la mona se vista de seda...).
Es un restaurante espacioso y parece ideal para grupos grandes. De entrada, el hecho de encontrar cuchillo y tenedor en la mesa en lugar de palillos me provoca repelús y desconfianza (para mi gusto, una concesión demasiado directa a las costumbres occidentales). Obviamente, pedimos palillos... La forma de la carta (con entrantes, primeros platos y platos principales) también está pensada para que no se asusten los que pisan un restaurante chino por primera vez (cosa no necesariamente mala). Me gustaron los rollitos de cebollino y queso (presentados en un original chupito de salsa agridulce), y las crepes de pato a la pekinesa se dejaban comer, pero sin ser nada del otro mundo, con una salsa que bien podría ser una "salsa barbacoa" cualquiera. En toda la comida no me abandonó la sensación de estar realmente muy lejos de China, me faltó un punto de exotismo oriental original. La lista de postres acabó de reforzar mi sensación, y tuve que inclinarme por una crepe de helado de plátano (casero, muy rico) cubierta de chocolate y almendra caramelizada. En cualquier caso, un chino diferente, con toques y presentaciones de platos modernas, pero que no satisfará a los expertos en comida china...
Mi puntuación: y ½