domingo, 17 de junio de 2007

C. París, 162
Tel. 93 419 49 33




Andrés dice:
Seguimos nuestro trayecto por los restaurantes de la calle París... Lo original de no se reduce a su monosilábico nombre. Todo es una sorpresa, y agradable, desde luego. Para empezar, la sugerente combinación de cocinas con las que se presentan: ¡Nueva Orleans + Saigón + Barcelona! Casi nada... Si con ese cartel os pica la curiosidad, no saldréis decepcionados. El restaurante tiene un número muy reducido de mesas, lo que les permite ofrecer un refrescante servicio personalizado a sus clientes. Os atenderá personalmente Javier, un metre de los que dan personalidad propia a un restaurante. Se sentará a vuestro lado y os aconsejará durante toda la velada (algo realmente novedoso en esta ciudad, donde tenemos una piel muy fina en lo que respecta al contacto personal...). Todo tiene su contrapartida: Javier se toma su tiempo en cada mesa, de manera que para los estresados y los impacientes puede resultar algo desesperante. Yo os recomiendo que os relajéis y disfrutéis de una laaarga cena. Todo está cuidado hasta el último detalle, desde la decoración hasta el vestuario, pasando por los cubiertos y los palitos orientales y la tipografía de la carta...
La carta está a la altura de las expectativas. Olvidaos de los típicos carpaccios, ensaladas de rúcula y solomillos de los restaurantes clónicos a los que nos tiene acostumbrados Barcelona. La propuesta culinaria de es corta y arriesgada, de eso no cabe duda, y cada uno de los platos sugiere múltiples influencias gastronómicas. Pescados crudos, steak tartare, rollitos vietnamitas, especias de toda clase, texturas y sabores de oriente y occidente, todo con una presentación impecable. Pese a que apenas ofrecen 5 entrantes y 5 platos principales, me costó mucho elegir. Entre Lucila y yo optamos por cuatro platos distintos para probar. Exquisito todo, dejamos los platos limpios, desde el primer rollito de sashimi hasta los huesos del magret de pato. Donde no acerté fue con los postres, que tenían un nivel de riesgo un poco por encima de las exigencias de mi paladar (tal vez soy un poco conservador en lo que a dulce se refiere). Si no queréis riesgo, apostad por el coulant de chocolate. Tardan 15 minutos en prepararlo, pero sabéis lo que recibiréis a cambio. Yo probé una combinación de mascarpone y... ¡queso de cabra! Demasiado salado para mi gusto. Coherente con la apuesta, en cualquier caso. ¡Hasta el café está a la altura! En resumen, toda una experiencia para sibaritas que os dejará con ganas de repetir. Invertiréis no menos de 40€ por cabeza, pero los pagaréis con gusto.
Mi puntuación:

viernes, 15 de junio de 2007

Douzō

C. París, 161
Tel. 93 419 88 55




Andrés dice:
Lo descubrimos de paseo por la zona, ha abierto hace muy poco (ocupando el lugar de lo que era un restaurante gallego). La verdad es que l'Eixample se está saturando bastante de restaurantes "japoneses", si bien no todos merecen ese calificativo. Es de apreciar el esfuerzo de Douzō por crear un ambiente japonés, pero les pierde bastante el folklorismo kitch... Aparte de los cuadros, gatitos con la patita en alto, farolitos, cuencos y teteras diversas, las camareras van vestidas con kimonos de seda, y se las ve un poco incómodas, la verdad (las mangas anchas no son precisamente ideales para servir). Eso sí, nos atendieron con una amabilidad y prontitud de lo más oriental.
Pero donde más decepcionará este restaurante a los amantes de la cocina japonesa es, por desgracia, en sus platos. Ofrecen sushi y parrilla japonesa (a la vista), y ni lo primero ni lo segundo nos dejaron satisfechos. Ni el salmón ni el atún estaban especialmente sabrosos (ni en sashimi ni en makis). El nivel de la cocina me pareció a años luz de nuestros restaurantes japoneses habituales. No obstante, la carta es amplia, con mucha variedad de maki-sushi, además de tempura y carnes y pescados al horno y rebozados (me picó la curiosidad la anguila... pero preferí dejarlo para otra ocasión). Ah, donde sí quedé satisfecho es con los postres, probé el "helado a la plancha": bola de helado en una crepe, flambeado. Lucila también quedó satisfecha con un daifuku de té verde (suele ser una apuesta segura porque son de importación, nosotros mismos los hemos comprado en un supermercado japonés). También cabe decir que el menú de mediodía es bastante económico y parece apetecible. Ojalá tengan la ocasión de mejorar, tal vez valga la pena darles otra oportunidad más adelante.
Mi puntuación:

Lucila dice:
Sería muy fácil caer en la crítica mordaz y despiadada. No lo voy a hacer, al menos hoy, y es por dos razones. Una porque se trata de un restaurante que acaba de abrir sus puertas y por lo tanto como cualquier primerizo merece una oportunidad y segundo por el empeño, amabilidad y servicialidad de sus empleados que vale la pena resaltar y que podría ser ejemplo de muchos restaurantes de alta categoría que no vale la pena ni mencionar.
Empecemos por la carta. Kilométrica carta habría que decir, porque terminar de leerla puede llevar unos cuantos minutos que parecerán eternos si se llega con el estómago crujiendo. ¡Imagínense, una carta con fotografías de todos los platos! Ideal para aquellos a los cuales la comida entra por la vista y especialmente porque ahorra el trámite de tener que pedirle a la camarera que nos explique en su precario castellano en qué consite el plato (situación que a mí personalmente me genera un poco de incomodidad ya que una, en mi caso, intenta ser amable, y decir que le entendió, cuando en realidad no entendió ni jota). Pero bueno...los dibujitos siempre facilitan la comunicación y evitan que en lugar de un plato de fideos nos traigan unas algas marinadas.
Makis de todo tipo tamaño y color, sushi, sashimi y pescados abundan en la carta. Todo presentado en platos extremadamente decorados, si mal no recuerdo he visto un barquito de madera en el que se colacaban los makis y sushis, impresionante. Una puesta en escena digna de mencionar. Todo en un ambiente que si bien se esfuerza por asemejarse a un restaurante japonés no puede escapar a las raíces chinas de sus dueños.
Mi puntuación:

lunes, 4 de junio de 2007

La Mamasita

Av. de Sarrià, 10
Tel. 93 321 92 96




Andrés dice:
Se puede decir que somos bastante asiduos del grupo empresarial que integra, entre otros, los restaurantes La Polpa y Flamant, así que hacía tiempo que le teníamos ganas a La Mamasita. Para los conocedores de los demás de la "cadena", no hay sorpresas: aspecto sobrio, moderno y elegante, con techos altos, todo blanco y con espejos, y carta marca de la casa.
Tal vez lo peor que tiene es precisamente que no hay sorpresas; correctas ensaladas varias, carpaccios de pato y ternera, y las típicas carnes y pescados de plato principal (magret de pato, algo gomoso, entrecots, bacalao, pollo en varios estilos...). Lo que más me llamó la atención fueron las "patatas bravas" que se encuentran entre los entrantes; corte a dados pequeños + mayonesa + romesco, ideal si no os va el picante (aunque poco tienen que ver con unas auténticas patatas bravas, son curiosas). Si bien todo estaba correcto, nada sobresalía, y la velocidad con la que se sirven los platos quita la sensación de cocina hecha al momento... Capítulo aparte merecen los postres, con carta independiente, como debe ser. Para mí fue el momento más difícil, ya que cuesta elegir. Elijáis lo que elijáis, acertaréis, todos tienen una excelente presentación y una tentadora combinación de sabores. El clásico del restaurante es el Tim Baon, o lo que es lo mismo, helado de turrón con crema catalana por encima (atentos a la capa de "sucre cremat" encima) y salsa de chocolate fundido. Potente... En definitiva, el restaurante menos original de los que hemos visitado de este grupo restaurador, pero aún así una opción más que apetecible.
Mi puntuación:

viernes, 1 de junio de 2007

Las Cazuelitas Mexicanas

C. La Granada del Penedès, 19
Tel. 93 237 26 80




Andrés dice:
En realidad, nos dirigimos a esta pequeña callecita que conecta Balmes y la Vía Augusta con la intención de comer algo en una famosa tortillería (queda pendiente la crítica), pero una bandera roja, blanca y verde ondeante nos hizo cambiar de opinión (así de caprichosos somos...). Las Cazuelitas Mexicanas es un local pequeño, ruidoso y algo oscuro, pero amistoso, con un auténtico ambiente de cantina mexicana, decorado con portadas de diarios en las paredes y con una generosa barra de botellas de tequila adornando la vista. Las rancheras (a un volumen elevado y con algo de distorsión), dificultan un poco la conversación, pero con un par de cervezas Sol se soporta bien (no hay Corona, lástima). Se come sobre mantel de papel y en mesas cuadradas pequeñas (bien rústico, para los detractores del diseño y los locales cool).
La carta es corta y sugerente, con una oferta de clásicos como tacos, enchiladas, guacamoles y burritos muy apetecible para comer algo rápido. Al mediodía, las ofertas son a un precio más que razonable, y por la noche la carta se abre a platos más abundantes y pesados. Eso sí, el picante de la comida está más que diluído (a gusto del paladar catalán), así que los fanáticos del picante tendrán que pedir un poco de caña extra a los camareros. De postre, compartimos unos rollitos de cajeta (panqueques de dulce de leche a la mexicana), muy ricos. También probamos el "café de olla", el típico café mexicano. Hasta ahora, no lo habíamos visto en ningún restaurante mexicano de Barcelona, y nos sorprendió gratamente: un café más flojo de lo habitual, presentado en una curiosa taza esférica de colores, y con licor al gusto. Perfecto para rematar una buena comida con la impresión de haber probado un sabor auténtico y original.
Mi puntuación: