viernes, 15 de junio de 2007

Douzō

C. París, 161
Tel. 93 419 88 55




Andrés dice:
Lo descubrimos de paseo por la zona, ha abierto hace muy poco (ocupando el lugar de lo que era un restaurante gallego). La verdad es que l'Eixample se está saturando bastante de restaurantes "japoneses", si bien no todos merecen ese calificativo. Es de apreciar el esfuerzo de Douzō por crear un ambiente japonés, pero les pierde bastante el folklorismo kitch... Aparte de los cuadros, gatitos con la patita en alto, farolitos, cuencos y teteras diversas, las camareras van vestidas con kimonos de seda, y se las ve un poco incómodas, la verdad (las mangas anchas no son precisamente ideales para servir). Eso sí, nos atendieron con una amabilidad y prontitud de lo más oriental.
Pero donde más decepcionará este restaurante a los amantes de la cocina japonesa es, por desgracia, en sus platos. Ofrecen sushi y parrilla japonesa (a la vista), y ni lo primero ni lo segundo nos dejaron satisfechos. Ni el salmón ni el atún estaban especialmente sabrosos (ni en sashimi ni en makis). El nivel de la cocina me pareció a años luz de nuestros restaurantes japoneses habituales. No obstante, la carta es amplia, con mucha variedad de maki-sushi, además de tempura y carnes y pescados al horno y rebozados (me picó la curiosidad la anguila... pero preferí dejarlo para otra ocasión). Ah, donde sí quedé satisfecho es con los postres, probé el "helado a la plancha": bola de helado en una crepe, flambeado. Lucila también quedó satisfecha con un daifuku de té verde (suele ser una apuesta segura porque son de importación, nosotros mismos los hemos comprado en un supermercado japonés). También cabe decir que el menú de mediodía es bastante económico y parece apetecible. Ojalá tengan la ocasión de mejorar, tal vez valga la pena darles otra oportunidad más adelante.
Mi puntuación:

Lucila dice:
Sería muy fácil caer en la crítica mordaz y despiadada. No lo voy a hacer, al menos hoy, y es por dos razones. Una porque se trata de un restaurante que acaba de abrir sus puertas y por lo tanto como cualquier primerizo merece una oportunidad y segundo por el empeño, amabilidad y servicialidad de sus empleados que vale la pena resaltar y que podría ser ejemplo de muchos restaurantes de alta categoría que no vale la pena ni mencionar.
Empecemos por la carta. Kilométrica carta habría que decir, porque terminar de leerla puede llevar unos cuantos minutos que parecerán eternos si se llega con el estómago crujiendo. ¡Imagínense, una carta con fotografías de todos los platos! Ideal para aquellos a los cuales la comida entra por la vista y especialmente porque ahorra el trámite de tener que pedirle a la camarera que nos explique en su precario castellano en qué consite el plato (situación que a mí personalmente me genera un poco de incomodidad ya que una, en mi caso, intenta ser amable, y decir que le entendió, cuando en realidad no entendió ni jota). Pero bueno...los dibujitos siempre facilitan la comunicación y evitan que en lugar de un plato de fideos nos traigan unas algas marinadas.
Makis de todo tipo tamaño y color, sushi, sashimi y pescados abundan en la carta. Todo presentado en platos extremadamente decorados, si mal no recuerdo he visto un barquito de madera en el que se colacaban los makis y sushis, impresionante. Una puesta en escena digna de mencionar. Todo en un ambiente que si bien se esfuerza por asemejarse a un restaurante japonés no puede escapar a las raíces chinas de sus dueños.
Mi puntuación:

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