domingo, 18 de mayo de 2008

Albarakah

C. València, 204
Tel. 93 323 46 51




Andrés dice:
Un excelente rincón con auténtico sabor mediterráneo. Unifica la cocina griega y libanesa, con platos y sabores que nos transportarán desde la cuna de la cultura europea hasta los mercados del norte de áfrica (cuando quiero soy poético...). El local es bastante sobrio, con toques de folklore, pero sin pasarse, y no abusan de la música étnica para dar ambiente. Lo mejor es, desde luego, el sabor auténtico y casero de sus platos. Si sois neófitos en este tipo de comida, os recomiendo los menús de grupo. Además de económicos, os permitirán conocer algunos de los manjares más típicos de la cocina mediterránea oriental. El menú cuesta poco más de 20€ e incluye una generosa variedad de entrantes para compartir, con todo tipo de salsas: tsatziki (salsa a base de yogur griego), crema de berenjena, el clásico hummus (crema de garbanzos), pan árabe, falafel (albóndigas vegetales), hojas de parra rellenas (amargas, con un toque de menta) y otras delicias. Como plato principal, podréis elegir entre variedades de pinchos de carne adobada, shawarma (ternera adobada a tiras), guisantes al curry, musaka y otros platos típicos. La bebida y el postre o café están incluidos. Os recomiendo el excelente yogur griego casero con miel. Todo ello, acompañado con un atento servicio, que siempre se agradece.
Como detalle, si es el cumpleaños de alguno de los comensales podéis pedir que le traigan un pastel acompañado con la típica canción de "cumpleaños feliz"... ¡a todo volumen y en árabe, al estilo danza del vientre! Ideal para lograr que el homenajeado/a se sonroje...
Mi puntuación: y ½

domingo, 16 de marzo de 2008

La Tagliatella

C. Josep Tarradellas, 116
Tel. 93 419 42 98




Andrés dice:
Se trata de un restaurante familiar (en el sentido que van muchas familias con niños, al menos los fines de semana). Los amplios salones están repletos de mesas, muy cerca entre sí, y todo está decorado con lo que se espera de un "ristoranti pizzerie": madera, recargado, algo oscuro, y con cuadros de tipos de pasta por doquier... Lógicamente, el restaurante es MUY RUIDOSO. Los camareros contribuyen al bullicio, son un enjambre exaltado y multiétnico (de cualquier lado menos italianos) que corren intentando dar abasto ante la cantidad de gente y mesas que se les viene encima.
Y ahora que ya estamos situados, pasemos a lo principal, la comida, vaya. Las raciones tienen de abundante lo que el restaurante de ruidoso: DESCOMUNALES. Un consejo, si lo vuestro no es la cantidad, compartid. De entrada, las ensaladas servirían para dar de pastar a una vaca. Muy apetitosa la de queso de cabra gratinado. También os ofrecerán pan de piadina, riquísimo, casero y hecho al momento, con aceite y pimienta. Claro que sólo con el pan (tamaño pizza familiar, para entendernos), más de uno quedará repleto. Después, podremos elegir entre pizza o pasta. Atención, los platos principales no bajan de 12 eurazos... pero son en la misma línea, claro, dan para alimentar a un ejército. Podremos elegir entre una veientena de pastas tradicionales italianas (ñoquis, pappardelle, tortellini, ravioli y demás) a combinar con una docena de salsas para todos los gustos. Y si no, pizzas a gogó, de un tamaño inacabable. Ah, por cierto, si veis que sacan del horno una especie de bomba gigante e hinchada, no os asustéis. ¡Son las pizzas calzone! Asustan sólo de verlas en tu plato, pero son apetitosas. Lo que me decepcionó fueron los postres, les faltaba un poco de sabor casero. El tiramisú no estaba a la altura. En resumen, un restaurante ideal para grupos grandes y familias, para comer sin romperse mucho la cabeza. Al fin y al cabo, es una franquicia, y eso se nota en el acabado de todo producto culinario...
Mi puntuación: y y ½

lunes, 28 de enero de 2008

El Melindro

C. Provença, 91-97
Tel. 93 321 58 81




Andrés dice:
Seguimos con nuestra gira culinaria americana... En esta ocasión, probamos por primera vez la cocina venezolana, y fue un primer contacto apetitoso. El Melindro no cae en folklorismos, por su aspecto podría tratarse de un restaurante moderno y mediterráneo más. El ambiente es cálido, sencillo y relajado. La carta nos ofrece una buena variedad de platos venezolanos para investigar, y los camareros nos aclararán ampliamente lo que nos resulte desconocido (cosa de agradecer y poco habitual; como sabréis, en esta ciudad predominan los camareros escuetos, si no directamente bordes... Empiezo a pensar que esta es una virtud reservada a los restaurantes hispanoamericanos). Como era el primer día, optamos por las famosas arepas de entrada (pan de maíz relleno, parecido al pan de pita, relleno con múltiples opciones y con un toque de horno). Como entrada, es contundente, el maíz es pesado... pero riquísimo. Después, nos dejamos aconsejar y nos ofrecieron como plato principal una degustación venezolana, con una muestra de varios platos típicos para compartir. Esencialmente, predominan los fritos, con plátano frito, bananitas fritas rebozadas y la variante venezolana de las empanadas (fritas, claro), de pescado y carne mechada. Todo muy, muy apetitoso.
La única pega es quizás la distribución del espacio. Está separado en dos pisos, y la cocina está en el superior, de manera que si estamos abajo el servicio puede ser un poco más lento de lo habitual (si bien es cierto que eso también demuestra que la cocina la preparan al momento, cosa que no pueden decir otros restaurantes). En definitiva, nos quedamos con la sensación que nos faltaron cosas por descubrir, así que tendremos que volver... Ah, y si no os va la aventura y eso de probar platos nuevos, ¡no os preocupéis! El Melindro también ofrece los platos de los restaurantes de menú de toda la vida, cocina autóctona, vaya. ¡Perfecto para grupos heterogéneos!
Mi puntuación: